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El regalo más grande de todos:

Las tres “semillas mágicas” de la capacidad empresarial
Un rostro joven, lleno de esperanza, se vuelve hacia usted con ilusión. Quizá sea de un hijo, una hija, una sobrina o un sobrino. Quizá solamente de alguien que le recuerda a usted mismo, hace muchos años.

Usted nota en él o en ella la energía, el talento y el anhelo de alguien que desea cambiar el mundo; de alguien que busca en usted sabiduría, dirección o una palabra de aliento.

¿Qué le ofrecerá? ¿Consejos? ¿Dinero? ¿Una beca?

En el pasado, esos ofrecimientos causaron desilusión. La mayoría de los consejos no son escuchados; es preferible la experiencia. El dinero es, con frecuencia, despilfarrado o contraproducente. En estos días, la educación formal parece orientarse más a obtener credenciales y prestigio que a estimular la curiosidad y a fomentar el carácter.

Entonces ¿qué hacer?

He aquí una sugerencia radical: ¿Por qué no desafiar a su joven pupilo a que asuma las primeras tres pruebas de un “viaje de héroe empresarial”, para:

  1. crear algo con sus propias manos,
  2. venderlo (con confianza) a un extraño y
  3. experimentar la libertad (y la responsabilidad) de obtener, como recompensa, un poco de dinero adicional para sus gastos personales?

¿Suena demasiado sencillo? Inténtelo. Se sorprenderá de cómo cada una de estas “semillas mágicas” le brindará lecciones interesantes, confianza e inspiración en los años por venir.

Observe a distancia y disfrute mientras lo hace, velando para que las lecciones hablen por sí solas. ¿Quién sabe? Hasta podría encontrarse revigorizado con ese espíritu empresarial que descubrió por primera vez hace tantos años.

¿POR QUÉ SON TAN IMPORTANTES LAS SEMILLAS MÁGICAS DE LA CAPACIDAD EMPRESARIAL?

Estas experiencias son tan naturales como respirar. Por eso, a pesar de lo irracionales e imperfectos que nos mostramos los adultos, los mercados libres funcionan. Desafortunadamente, nuestras escuelas modernas, tan impersonales, de alguna manera logran despojar a nuestros niños de mucha de su curiosidad natural y del gusto por el aprendizaje.

El sistema educativo de hoy, desde kínder a la universidad, con sus conferencistas monótonos, sus filas de casilleros industriales y sus campanas pavlovianas repicando al final de cada periodo, es un descendiente directo del paradigma de una línea de producción en el que se trata a los estudiantes como artilugios u objetos, para formarlos y moldearlos, en un intento bienintencionado, pero erróneo, de producir buenos ciudadanos corporativos.

Esta nota es el pequeño paso de una contrainsurgencia educativa; un intento de devolver el gusto por el aprendizaje y por la vida, e inculcar a nuestros hijos las habilidades básicas que hicieron de los Estados Unidos de América el mejor país del mundo. Y todo empieza con usted.

HACER ALGO CON SUS PROPIAS MANOS

El primer descubrimiento de un joven empresario es el gusto de hacer algo con sus propias manos.

El gusto de crear. De crear desde cero. De tomar las materias primas de la naturaleza, y añadir tiempo, talento y energía para producir algo valioso o, por lo menos, valioso para su dueño. Si cree en Dios, después del nacimiento de un hijo esto será lo más cerca que estará de la increíble experiencia de ser un cocreador.

Cualquier niño entiende esto. Pintar, moldear plasticina, o armar y construir con legos produce un gran placer. Hay algo en nuestro ADN que nos empuja a construir y crear.

Con el tiempo, un niño que crea empezará a descubrir talentos especiales, dones que hacen que algunas actividades sean más agradables que otras. Estas chispas de genialidad pueden cultivarse y perfeccionarse mediante la repetición. Esas mismas chispas iluminan después el camino, para que un adolescente o joven adulto encuentre su “vocación”.

Mientras trabajan arduamente creando, los niños descubren la magia del flow, sensación de perderse en una tarea tan llena de placer que el tiempo parece detenerse. Todos lo hemos experimentado cuando interrumpimos la tarea que estamos realizando y nos preguntamos: ¿Cuándo transcurrió todo este tiempo? El flow es experimentar el gusto de hacer algo bien: un gusto tan poderoso que una disciplina se practica por el simple hecho de dominarla, hasta que ese dominio hace que usted destaque entre la multitud. De esto proviene la verdadera autoestima; el silencioso, pero fuerte orgullo que resulta de un trabajo bien hecho; la importante lección de que hacer algo bien es recompensa suficiente.

Después de un tiempo, un niño puede incluso aprender que ciertas formas de hacer las cosas son más fáciles que otras; que los hábitos correctos mejorarán tanto la rapidez (eficiencia) como la calidad (efectividad) de una tarea.

Puede hasta llegar a comprenderse que algunas tareas pueden agruparse, o incluso automatizarse, para obtener mejores resultados. Es posible que un ayudante aumente el número de artículos producidos y acorte los periodos de entrega. Asociarse con alguien que tiene diferentes dones puede hacer que todos obtengamos una porción más grande de ese pastel.

Estas son las primeras lecciones de la escala; lecciones para un empresario incipiente, que aspira a construir algo que requiere cierto número de personas trabajando juntas, con una visión compartida.

De alguna forma, los adultos hemos hecho que el trabajo manual parezca una tarea menor, inferior al trabajo intelectual, pero no lo es. No, si usted quiere permanecer conectado al poder del espíritu de la capacidad empresarial.

VENDER SU CREACIÓN (CON CONFIANZA) A UN EXTRAÑO

El segundo descubrimiento para un joven empresario son las lecciones que derivan de vender a un extraño algo que ha creado.

El acto de vender puede dejar impresiones más profundas, y de por vida, que cualquier otra tarea. (Por supuesto, cualquier niño que vende debe ser supervisado por un adulto, por cuestiones de seguridad).

Nada exige más valentía que pregonar, ante un desconocido, el producto que uno ha elaborado con sus propias manos. Con excepción quizá de la de llamar a otro cliente, después de haber sido rechazado.

Vender proporciona la emoción de averiguar que algo que uno ha creado tiene valor para alguien más. El acto de vender, en sí y de por sí, crea mágicamente valor, porque ninguna transacción puede tener lugar, a menos que ambas partes se marchen con más de lo que han ofrecido; de otra forma, la venta no se consumaría.

Hasta un infructuoso intento de vender enseña que una venta fallida no es una situación de vida o muerte, sino sólo una prueba para el ego. Después de algunos rechazos, uno aprende a desvincularse de lo que se ha creado, haciendo cada intento adicional menos doloroso. (Afortunadamente, dado que los niños son tan tiernos, la mayoría de los adultos son más nobles con ellos que con los vendedores adultos, lo que hace que estas lecciones sean más suaves de lo que serán en los años venideros).

Muchos adultos ven las ventas como un negocio sucio. Si se aprende correctamente, los niños verán las ventas como una forma de servicio: un intento de satisfacer una acuciante y profunda necesidad de alguien más; con suerte, como resultado de utilizar un don especial. El niño que tiene habilidades naturales para las ventas, cuando se enfrenta a una amplia oferta de producto y a una demanda aún más grande, puede hasta tener la experiencia de atraer y dirigir a un grupo de vendedores.

Finalmente, venderle a un desconocido fomenta el respeto hacia los demás. Usted aprende que el secreto de vender es enfocarse en las necesidades del cliente; que las presentaciones egocéntricas son menos efectivas que escuchar, hacer preguntas y colocarse en los zapatos del cliente; y ahorrar tiempo, energía y dinero, al centrarse en los clientes que quieren comprar hoy, sin dejar de lado a los que puedan estar interesados en comprar mañana.

EXPERIMENTAR EL PODER QUE BRINDA UN POCO DE DINERO ADICIONAL, PARA GASTOS PERSONALES

El dinero regalado, no ganado, puede ser una maldición, incluso habiendo sido obsequiado por amor. El dinero ganado es una gran bendición, en muchos sentidos.

El dinero ganado enseña el valor de utilizar un don natural: intercambiar tiempo, energía y talento por un pedazo de papel, que puede ser intercambiado a su vez por algo que se desea todavía más. El dinero ganado nos enseña la ley de conservación personal: se gasta cuidadosamente, porque es muy difícil y lleva mucho tiempo acumularlo.

De esta ley de conservación se desprende la lección de que ser rico no tiene que ver con lo que se tiene, sino que con gastar menos de lo que se gana. Tener dinero adicional para gastos personales permite más opciones y nos enseña la más preciada de las libertades: la libertad de invertir el tiempo como nos guste.

Es la libertad de elegir lo que usted hace e intercambiar libremente los frutos de su trabajo por algo que valora más; la sabiduría de abstenerse de un consumo presente, previendo futuras oportunidades o contratiempos inesperados, con el fin de proteger su futura libertad de acción. Seguramente Jefferson tenía todo esto en mente cuando escribió sobre “el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la propiedad”, y ayudó a fundar el mejor país del mundo.

LECCIONES EMPRESARIALES: ¿NECESARIAS, PERO NO SUFICIENTES?

Algunos podrían argumentar que la generación más joven necesita saber mucho más aún: cómo recitar las tablas de multiplicar, conjugar los verbos, respetar a las autoridades o desempeñar un rol correcto en la sociedad. Pero seguramente éstas son lecciones menores y más mecánicas, que se aprenderán con el tiempo.

Otros podrán argumentar que el civismo viene primero: aprender sobre las obligaciones correctas de un ciudadano, las ramas del Gobierno o la necesidad de votar. Pero las lecciones de civismo, sin una comprensión profunda del valor de la libertad, son, sin duda, insuficientes; y no es apropiado inculcar algo en contra de la tiranía de un dictador o de la mafia, o de la tentación de intercambiar la libertad por la seguridad o el sustento a corto plazo.

Aquellos que se desempeñan en posiciones corporativas pueden ejercer presión para obtener entrenamiento en habilidades más mundanas o en lo importante que es la obediencia. Pero tenemos ya un exceso de trabajadores dóciles para ocupar los cubículos de las empresas de Fortune 100. Lo que necesitamos son más pensadores independientes y emprendedores creativos, que aprecien y defiendan la libertad.

El empresario exitoso podrá argumentar correctamente que se ha dejado mucho al margen: por ejemplo, comprender la competencia, pronosticar los flujos de efectivo y cómo recaudar fondos. Pero, éstas son habilidades secundarias para los empresarios. Los mejores negocios son tan únicos que la competencia es, cada vez menos, un problema: los mejores negocios necesitan pocos activos y generan su propio efectivo para financiar el crecimiento.

LECCIONES EMPRESARIALES PARA TODA LA VIDA

He aquí tres simples, pero mágicas, semillas empresariales: hacer algo con sus propias manos; venderlo (con confianza) a alguien a quien no conoce; y experimentar el poder y la responsabilidad de un poco de dinero adicional en su bolsillo, ganado con esfuerzo, para sus gastos personales. Estas son las lecciones que enseñan a amar el juego de los negocios y de la vida, y que el materialismo o los tiranos no pueden extinguir con facilidad.

Estos son los tres regalos que puede usted hacerle a la próxima generación, si tiene la paciencia para guiarlos, escucharlos y dejarlos aprender de la experiencia. Eso si a usted le importa lo suficiente, como para alimentar estas semillas con un poco de atención y amor genuinos.

Al hacerlo una vez, usted puede encender una chispa de creatividad, que sobrevivirá incluso a los efectos sofocantes de las escuelas impersonales de hoy. Al practicarlas una y otra vez, estas tres lecciones alentarán los hábitos de trabajo creativo, autosuficiencia y respeto hacia otros que, al final, llevan a una vida bien vivida.

Después de todo, si los mercados libres fueran más difíciles de dominar, no seguirían creando libertad y prosperidad más rápidamente de lo que las destruyen y roban las clases políticas.