Estrellas y escalones
Por Jeff Sandefer
Hay oportunidades que sólo se presentan una vez
Cuando era profesor de un curso de MBA en una de las mejores universidades de Texas, a veces se me acercaba alguno de los estudiantes más inteligentes y motivados planteándome un asunto como éste: "Tengo que elegir entre un empleo en la empresa de consultoría A, que paga US$100,000 al año, y otro en una empresa de capital privado B., que paga US$120,000 al año. ¿Cuál debo de aceptar?"
Casi siempre le respondía con otras preguntas. Por ejemplo: "¿Qué es lo importante para usted? ¿Qué lo motiva a levantarse por la mañana? ¿Qué quiere haber logrado cuando haya cumplido 70 años?
Muy a menudo, la respuesta era ésta: "No lo sé. Sólo sé que quiero tener el mejor trabajo".
Yo suspiraba y lanzaba una moneda al aire. Era lo más que podía hacer por él.
Steven Covey aconseja: "Empieza con el fin en la mente". Es un buen consejo. Cada uno de nosotros tiene una pizca de inspiración divina, que nos puede conducir por toda la vida a lograr las metas. Una vez que hayas descubierto las metas y tu propósito final esté claro, puedes empezar a establecer un plan, regresando década por década, desde el final, examinando cada etapa. Si consideras tu vida un viaje continuo, puedes identificar los logros que, en cada una de las etapas, funcionarán como escalones para llegar a tu meta final. A medida que te acerques al presente, se irán aclarando las preguntas que te haces y las alternativas que tienes.
Escribo esta nota para ayudarte a considerar tus metas de largo plazo (tu "estrella") y cómo seguir avanzando hasta lograr tu sueño. Se trata de pensar con sentido de largo plazo, escoger un rumbo y avanzar con ímpetu. Hay que enfilar el rumbo con confianza, y acordarse ocasionalmente de mirar hacia arriba para no caer en el precipicio.
La meta no es diseñar un plan perfecto: la vida y las circunstancias cambian demasiado. Sin embargo, puedes fijar un rumbo sensato hacia una estrella, establecer barandas filosóficas para demarcar el sendero, colocar peldaños para asegurar cada paso en la dirección correcta. Después de todo, sería una lástima caminar sin rumbo durante un viaje que sólo haremos una vez.
¿Qué es una estrella?
J. Zink, connotado psicólogo que ha dedicado su vida a orientar a los padres para que críen a sus niños más felices, cuenta la siguiente historia:
Había un hombre que pasó muchos años estudiando los asuntos más importantes de la actualidad. Un día, uno de sus profesores se volvió hacia él y le preguntó: "¿Qué vas a hacer con tu vida?" El hombre se sorprendió, porque amaba al profesor y lo admiraba. Nunca antes había sentido tanta presión por parte de él. Tartamudeando, replicó: "No sé. Supongo que terminaré mis estudios y conseguiré un buen trabajo".
"Conseguir un buen trabajo", repitió el profesor. "Esta es una frase que he oído a menudo. Es una de las peores elecciones de tu generación. Es poco probable que la felicidad llegue a quien se haya fijado como meta conseguir un buen trabajo".
-Hijo -le preguntó el maestro- ¿te interesaría escuchar unos consejos específicos, de un anciano que quisiera tener tu edad y tu energía?
-Por supuesto, doctor.
-Mira a tu alrededor. Échale un nuevo vistazo, atento y sin compromiso, a la vida como tú la ves. Pregúntate: "¿Qué falta aún por hacer?" Cuando obtengas una respuesta -y puede ser que tardes un tiempo en llegar a ella-, ve y haz lo que tengas que hacer. Hazlo mejor que nadie, y el mundo se acercará a ti pidiendo tu ayuda. Entonces no necesitarás 'un buen trabajo', y tendrás más que una profesión: entonces tendrás una misión.
El profesor era el connotado científico e inventor R. Buckminster Fuller. El estudiante era J. Zink.
Encuentra tu propia estrella
La vida es una travesía, no un destino. Pero esto no quiere decir que la vida tenga que ser un viaje sin rumbo.
"Los empresarios más exitosos y satisfechos están siempre avanzando, con una visión que le da sentido a sus vidas."
Es en esta incesante búsqueda donde la perseverancia transforma los ideales en una misión para toda la vida.
legir tu estrella supone comprender qué es importante para ti en la vida y qué seguirá siéndolo. Tu estrella debería reflejar tu visión del futuro. Tomando como base tus creencias más importantes, ¿cómo debería cambiar el mundo? ¿Qué papel puedes tú jugar para cambiarlo? ¿Sientes el llamado para hacer algo importante?
La vida es más que sólo cambiar el mundo. ¿Cómo se verán involucradas tu vida personal y tu familia en tu misión? ¿Harán los inevitables cambios que valgan la pena las difíciles decisiones que hayas tenido que tomar? Si no, es probable que aún no hayas oído tu llamado.
En este juego entre tu visión del mundo, tu lugar en él y tus metas personales surgen las eternas preguntas filosóficas: ¿Cuál es la relación entre la parte (el individuo) y el todo (la comunidad)? ¿Qué es "real" y qué no lo es? ¿Qué es permanente en el mundo y qué está sujeto a cambio? Son preguntas que deben plantearse en un viaje exitoso.
Una forma de ver las "estrellas" es considerar los diferentes roles que tú puedes jugar. La vida de toda persona se puede dividir en distintas áreas. Quizá seas un buen esposo o un buen padre (dos asuntos totalmente diferentes); que estés activo en tu iglesia, en tu comunidad o en tu universidad; involucrado en la política local, estatal o nacional; dedicado a practicar un pasatiempo o algún deporte; emprendiendo un negocio o a punto de llegar a ser el vicepresidente de una compañía que se encuentre en la lista de Fortune 500. El problema de ser mortal es que casi resulta imposible desempeñar bien y al mismo tiempo dos o tres de estas actividades.
Imagínate a ti mismo a la edad de setenta años (o de cien, si eres optimista). El lugar puede ser una cena de premiación o, si tus gustos son ligeramente más morbosos, en tu propio funeral. ¿Qué aspecto de tu vida quisieras que el orador mencionara primero? ¿Y en segundo lugar? ¿Y en tercero? ¿Qué es lo que quieres que digan de ti? ¿Cómo te sientes en cuanto a los aspectos que han quedado fuera? Este ejercicio hará que surjan ante ti las chispas de un llamado.
Si tú "simplemente no sabes..."
Una respuesta frecuente a las preguntas mencionadas arriba es ésta: "Sencillamente no lo sé. Quisiera ser una de esas personas que tienen su toda su vida planificada, pero sencillamente no soy así". Esta respuesta constituye una salida fácil: una evasión de las realidades y responsabilidades de la vida.
Empezar con el fin en la mente no significa planificar cada detalle. De hecho, la filosofía empresarial se basa en el trato con la incertidumbre, no con la certeza. Si tienes dificultad en descubrir estas metas y valores fundamentales, ha llegado el momento de ir hacia atrás, en busca de tus principios básicos.
Consulta a las personas a quienes admiras y en quienes confías. Lee grandes obras literarias y filosóficas. Pasa parte de tu tiempo solo, en un lugar silencioso. Si eres creyente, reexamina los fundamentos de tu religión. Cuestiona, examina los supuestos, vuelve a reflexionar y cuestiónate otra vez.
Cuando tengas claras tus propias preguntas, busca a personas mayores: de setenta, ochenta o más años. Pregúntales qué es lo que más aprecian en su vida, qué es lo que les parecía importante años atrás, y qué es lo que les parece verdaderamente importante ahora, después de una vida de reflexión. Pregúntales sobre sus alegrías más grandes y sobre sus más grandes desencantos. En sus triunfos, fracasos y recuerdos encontrarás una perspectiva para tu propio viaje.
Sí, esto lleva tiempo. Pero ¿no vale la pena gastar por lo menos el mismo tiempo en "buscar tu vida" que en buscar trabajo?
Dicho esto, no se trata de seguir debatiéndose en un callejón sin salida; en algún momento tienes que tomar una decisión. Pero no te preocupes: la meta es tener una dirección inicial; no lo es responder a todas las preguntas de una sola sentada. Por lo menos debes tener sobre la vida una teoría que puedas examinar a la cruda luz de la realidad. Mientras no hagas esto, cualquier esfuerzo es un mero movimiento sin valor, una acción sin sentido.
Rechazando los sueños utópicos
Otra respuesta frecuente suele ser ésta: "Yo quiero todo". No poder establecer prioridades es lo mismo que no tener una visión del futuro. Todos "lo queremos todo", pero la realidad no funciona así. Escoger un fin no es cuestión de límites: es fijarte prioridades que te permitan lograr hacer lo más posible. Se trata de escoger cómo pasar tu último minuto, o gastar tu último dólar, o consumir tu última dosis de energía.
Otra respuesta frecuente suele ser ésta: "Yo quiero todo". No poder establecer prioridades es lo mismo que no tener una visión del futuro.
"Todos "lo queremos todo", pero la realidad no funciona así."
Escoger un fin no es cuestión de límites: es fijarte prioridades que te permitan lograr hacer lo más posible. Se trata de escoger cómo pasar tu último minuto, o gastar tu último dólar, o consumir tu última dosis de energía.
Regresando al presente
Establecidas las metas a las que quieras llegar antes del final de tu vida, tienes que examinar las bases que debes construir en cada etapa del camino que te llevará a esas metas. Ese es también el momento de fijar los peldaños desde los cuales ponderar tu progreso y los valores que te orientan. La mejor manera de hacer esto es regresar, década por década, y detenerse en cada etapa, a fin de ver cuáles son las inversiones necesarias para llegar al próximo escalón. Conforme regresas al presente, los escalones y metas debieran tornarse más específicos y concretos.
Cuando regreses en el tiempo, considera los valores de largo plazo que te guiarán hacia tu visión. Generalmente son los mismos que te ayudaron a establecerla. ¿Cuán importantes son en esa visión la confianza y la integridad, la bondad y la compasión? ¿Qué valores están tan unidos a la visión que no pueden violarse nunca? ¿Cuáles entran en conflicto con la premisa fundamental de la visión? Tómate el tiempo para preguntarle a la gente, tomando en cuenta las diversas edades. Aprende cómo se ve el mundo desde la perspectiva de ellos, para que puedas prepararte. Luego trata de imaginar situaciones en las que puedan ser cuestionados tus valores y ten en cuenta tu reacción.
De los cincuenta a los sesenta
Para alcanzar tu visión de toda la vida, ¿dónde debes estar cuando tengas cincuenta años? Cierra los ojos e imagínalo. Examina cada papel que juegas en la vida. ¿Cómo es tu familia? ¿Cuántos hijos tienes? ¿Cuáles son sus edades? ¿A qué colegios van o piensas que vayan? ¿Cómo es tu casa? ¿Dónde está? ¿Qué tipo de carro manejas tú y cuál los demás miembros de tu familia?
¿Dónde te encuentras en tu carrera profesional? ¿Estás casi llegando a la posición más alta de una compañía grande, has establecido tu propia empresa, o tienes algún trabajo diferente? Cuándo tomas tus vacaciones, ¿a dónde vas y por cuánto tiempo? ¿Cuál es tu posición en la comunidad? ¿A qué organizaciones sociales o de caridad perteneces? ¿Cuánto de tu tiempo les dedicas? ¿Cómo pasas tu día? Sé específico. ¿Cuántas horas trabajas cada semana? ¿Cuánto tiempo dedicas a otras áreas de tu vida? ¿Cómo te acerca todo este tiempo invertido a tu visión, para cuando tengas setenta años? ¿Cómo estás de salud? ¿Cómo te sentirás cuando tengas cincuenta años? ¿Cuánta energía tendrás?
¿Cuánto dinero necesitas para mantener tu estilo de vida? Suma los ingresos anuales (no se te olviden los impuestos) que necesitas para llevar el estilo de vida que te has imaginado. Incluye pagos para la casa, el automóvil, colegiaturas, ropa, vacaciones y cualquier otra cosa que se te ocurra. Ahora recuerda tu carrera profesional. ¿Has elegido una posición que te proporcione los ingresos para responder al nivel de vida que llevas? ¿Tienes suficiente respaldo para cubrir imprevistos? Si tu trabajo te proporciona suficientes ingresos, ¿te permite suficiente tiempo disponible para dedicárselo a otras actividades?
Trata de no descartar la pregunta sobre ingresos y gastos, como un cuestionamiento poco profundo.
"Algunas personas tildan a los deseos materiales como de mal gusto, y sostienen que el dinero es un asunto vergonzoso; que sólo debes tomar en consideración las virtudes "elevadas" de la vida. Esto es una pura tontería."
El rol del dinero en una economía libre es servir de vara de medición. Es la manera como el mercado compara las distintas formas en que los individuos valoran el tiempo, la propiedad y los deseos no materiales. El dinero sirve para comparar y sopesar a la hora de seleccionar y elegir, y sólo tiene importancia si tienes más necesidades o deseos que ingresos. Usa este ejercicio para valorar las elecciones que has hecho y el costo relativo de cada una.
Si te sientes atrapado en un círculo vicioso, regresa a tu visión. ¿Dónde deberían estar tus prioridades a los cincuenta años, para que tu misión sea una realidad? Ve la diferencia entre tu vida a los cincuenta y tu visión de los setenta. ¿Son suficientes veinte años para cerrar la brecha? ¿Cómo lo harás? ¿Cómo se comparan tus prioridades de los cincuenta con las de los setenta? ¿Cómo se comparan con las de hoy? Sobre todo, ¿has sentado las bases necesarias para hacer tu visión realidad?
De los treinta a lo cincuenta
Ahora regresa de los cincuenta a los treinta. Empieza por tus áreas más importantes. ¿Dónde deberías estar a los treinta para conseguir tu visión de los cincuenta?
¿Cuándo deberías empezar a tener familia, para que tu visión de los cincuenta sea correcta? ¿Qué destrezas, conocimientos o contactos personales necesitas desarrollar para tu carrera? ¿Dónde deberías de vivir? ¿Qué estilo de vida puedes pagar ante el dilema desarrollar habilidades para el futuro o ahorrar efectivo para satisfacer las necesidades a las que tengas que enfrentarte? ¿Qué bases mentales, sociales, familiares y profesionales debes poner ahora para construir sobre ellas en el futuro?
El estilo de vida y las concesiones que hagas durante este período van a imponer un patrón para el resto de tu vida.
De los treinta al día de hoy
Dada tu visión, las prioridades que has esbozado y los peldaños que has establecido, ¿qué acciones concretas te pueden llevar hoy a alcanzar el siguiente escalón? ¿Cómo proveerá tu próximo trabajo la base para tu próximo salto? ¿Cómo afectará las otras áreas prioritarias que te has trazado? ¿Cuáles son los sacrificios que debes hacer? Si no hay ninguno, no has sido realista.
¿Estas siendo realista?
Una vez tengas una idea sobre qué es importante para tu vida, te hayas imaginado a ti mismo a los setenta y hayas colocado los peldaños, ha llegado el momento de analizar si estás siendo realista. ¿Es consistente la visión que has escogido? ¿Es una fantasía o está dentro del ámbito de lo posible? ¿El tiempo es realista o es que el tiempo te lleva a la decisión?
Es importante ser consistente.
"Si tus metas principales son ser un buen padre de familia, estar involucrado en la comunidad local y ser un consultor internacional, estás en problemas."
Es imposible estar en dos lugares al mismo tiempo y poco probable que puedas trabajar internacionalmente y tener suficiente tiempo para estar en casa, siendo un buen padre, y al mismo tiempo involucrado en los asuntos de tu comunidad. Revisa tu visión, para ver si es consistente, y ajústala como corresponda.
Otro control involucra tus capacidades frente al mundo real. Las visiones no son sueños; son una realidad que tú esperas crear. Si mides cinco pies, eres lento, y no puedes saltar muy alto, es poco probable que tu visión de volverte una superestrella de la NBA llegue a ser una realidad. Que tu visión final sea amplia y alcanza las estrellas como puedas, pero no tengas una visión que por definición sea autodestructiva.
¿Has tomado en cuenta el tiempo o estás forzando la decisión? Si quieres tener hijos para cuando tengas treinta años y consideras que es necesario estar en casa cuando ellos den sus primeros pasos, ¿te está obligando esto a fijarte una meta profesional que no es razonable? Embarcarse en una carrera empresarial inmediatamente después de salir del colegio es para la mayoría una movida arriesgada. Si lo estás haciendo para poder retirarte a los treinta y tener una familia, considera cuidadosamente las probabilidades de éxito y las consecuencias del fracaso. Sé realista respecto al tiempo, porque corres el riesgo de no llegar a ningún sitio.
Cambios de rumbo
Los escalones y las "barandas" filosóficas pueden ayudarte a progresar continuamente hacia tus metas, y también a encontrar tu camino cuando la realidad te obligue a una inevitable corrección del rumbo.
Tus escalones no son un plan rígido, sino una forma de afrontar la realidad. Aun con los más cuidadosos preparativos y millones de cálculos previos a una misión Apolo, la NASA tenía que hacer por el camino cientos de correcciones durante un viaje a la Luna.
"Tu vida es mucho más complicada que una misión al espacio."
"Siempre que no pierdas de vista tu visión y tus valores, puedes ajustar el rumbo, de acuerdo con el conocimiento que vayas adquiriendo."
Los escalones te permiten desarrollar una visión de tu vida, probar la teoría frente a la realidad, tener en cuenta el conocimiento que has adquirido, y luego afinar tu visión del mundo y tu plan de vida para otra prueba. Las personas que reflexionan sobre la vida y nunca se exponen a la tormenta rara vez logran algo. Corren el riesgo de deslizarse por un mundo ilusorio. Al otro extremo del espectro están los que embisten sin la menor idea de adónde van ni por qué. Estas personas casi nunca encuentran satisfacción o sentido en su avance.
Las "barandas" filosóficas funcionan exactamente como las de concreto en una autopista: advierten sobre el peligro de entrar en una curva a velocidad excesiva. Me gusta pensar en las barandas filosóficas como una postura frente a "lo que yo no haría nunca". Si las circunstancias, un descuido o la presión te obligan a cruzar una línea del tipo "lo que yo no haría nunca", y hacer algo que viola tus principios y valores, es hora de bajar las revoluciones y retirarse del mundo. Esto te dará tiempo para reflexionar y sanar, reparar el daño y reconsiderar qué es lo realmente importante.
Varias señales van a mostrarte que necesitas hacer una rectificación a mitad del camino. Un evento trágico en tu vida puede sacudir tu fe en tus premisas fundamentales. Esto indica la necesidad de reexaminar tus valores y creencias básicas. Si descubres que constantemente violas los valores claves para tu visión de largo plazo, es hora de reexaminar tus acciones frente a tus creencias.
A menudo el mundo te lanza una bola en curva. De nuevo, los escalones no son un plan rígido; tienen el propósito de mostrar un camino, para que puedas concentrar tus energías en seguir adelante. Si el mundo cambia, quizá tengas necesidad de reorientar los escalones. El camino cambiará de alguna manera conforme la realidad te vaya obligando a cambiar el rumbo, pero la dirección general no.
De vez en cuando, la meta de la vida se pone en duda. Pero los principios fundamentales sólo deben cambiarse después de larga deliberación y autoexamen. Las personas que nunca tienen una visión de largo plazo y aquellos que siempre la cambian antojadizamente tienen algo en común: dan irremediablemente vueltas en un círculo relativista, que sólo conduce a la desesperación.
Es una buena idea hacer periódicamente una pausa para revisar la visión y los escalones. Los cambios de tu mundo son frecuentemente tan pequeños que pasan inadvertidos. El tiempo que utilices en hacer una autoevaluación y en explorar tu entorno te servirá para realimentar tu vigor y renovar tus propósitos.
El romance y la maldición de una misión empresarial
La misión del empresario es para muy pocos. La responsabilidad de tener una visión a la que los demás puedan aferrarse, y seguir con ella entre la turbulencia y el caos del mercado, no es para todo el mundo.
Una joven señora describió su vida de empresaria en el correo electrónico:
Han sucedido muchas cosas desde la última vez que hablamos. Pocos días después de tu fiesta, el año pasado, me llegaron $10,000. Hoy no sé todavía por qué esa persona me envió ese cheque. La inversión me permitió empezar a conformar una empresa modelo. Luego hice algunas otras inversiones…, pequeñas, pero significativas.
La visión para conformar la compañía realmente nació después de que la persona que yo pensé que iba a desarrollar el producto, tras catorce horas en reuniones, me dijo: "Oiga… es su visión, diseñe usted este asunto". Entonces me convertí repentinamente en la jefe de diseño y directora del lavado de botellas. Lo más bello fue que yo descubrí mi activo más importante, mi creatividad. Sólo eso ya constituye una bendición en sí mismo.
En mayo había identificado ya al personal clave para la gerencia. En junio los capitalistas de riesgo habían hecho su investigación del negocio. En julio iniciamos una relación con Microsoft. La montaña rusa tiene sus altos y sus bajos. Algunas cosas avanzan, en tanto que otras retroceden… Usted probablemente está familiarizado con esta rutina. Mi vida es un caos constante…, persiguiendo ángeles…, buscando fondos… El trayecto del capital de riesgo está resultando muy largo y son pocos en el Valle los que invierten en nuestro tipo de empresa.
Francamente, lo siento un poco fuera de control para mi gusto. Pero heme aquí. Desde un punto de vista, nunca he estado más feliz; desde otro, nunca me he sentido más aislada y sola. A veces me acuerdo de las conversaciones que teníamos cuando nos conocimos. Usted me hizo varias preguntas difíciles, que he repasado en los últimos años. Concluyo que la pasión y el empuje son tanto una maldición como una bendición. Después de decir esto, prefiero tenerlos que no tenerlos. Como resultado de mi elección de profesión, mi vida personal ha estado en suspenso, mientras me esfuerzo en crear algo que supongo será más grande que yo misma. Por primera vez en mi vida siento un cierto placer dentro de mí, que no depende de nadie más.
Todavía lucho con un millón de cosas, pero mi vida personal tal vez no esté tan abandonada como me parece, porque estoy más feliz conmigo misma.
No sé cómo terminar esto… Permanezcamos en contacto, mientras sea posible.
Muy a menudo, así es la vida de un emprendedor.
El máximo horror
La muerte no es la tragedia más grande. Es despertarse un día, a los cincuenta y cinco o sesenta años, y darse cuenta de que se ha malgastado la vida; y esto bien sea porque el tiempo ha pasado mientras tus sueños te estaban esperando, bien porque nunca tuviste un sueño. El gran limitante de la vida humana es el tiempo. Casi todo se puede lograr si se tiene tiempo suficiente, pero nunca nos alcanza. A los cincuenta y cinco o sesenta años es a menudo demasiado tarde para empezar de nuevo. El día no tiene suficientes horas ni el año suficientes días. Las estrellas y los escalones son una manera de evitar el horror de una vida sin sentido.
CONCLUSIÓN
El significado de las estrellas y los escalones es lograr que le encuentres a tu vida un propósito: entender lo que es fundamentalmente importante, fijar metas de largo plazo, organizar los escalones para alcanzar esas metas; cambiar de rumbo cuando la realidad adversa se interpone.
Con las estrellas y los escalones puedes desarrollar una visión del mundo y de tu lugar en él, probar tu teoría y afinarla mientras obtienes nueva información. Puedes establecer prioridades que te ayuden a mantener el equilibrio entre tus necesidades y tus deseos individuales, frente a las necesidades de tu familia y las restricciones de la sociedad. Puedes determinar cuáles son los valores permanentes y cuáles están sujetos a cambio.
Sobre todo, las estrellas y los escalones tratan sobre la elección en una sociedad libre. Se refieren a la oportunidad para determinar cómo pasar tu vida y cómo puedes cambiar el mundo; cómo debes ser responsable de lo que elijas, disfrutar de sus frutos, sufrir sus consecuencias y adaptarte a la realidad, sin importar cuán imprevisible sea. Escoger es un lujo que pocos en la historia han podido disfrutar; un lujo demasiado precioso para ser desperdiciado por falta de imaginación, iniciativa o valor.
¡Buena suerte en tu misión! ¡Qué te brinde tanta felicidad como he encontrado yo en la mía!